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Escribir para quien lee: cómo lograr textos comprensibles

Soy su lector meta (o, para el caso, lectora). Estoy cansada. He trabajado todo el día. Al volver a casa, he lidiado con la cocina, la limpieza y la ropa sucia. He atendido a mi hijo (o hijos, no sabe usted cuántos tengo ni se lo diré). He conversado con mi pareja y he debido responder llamadas y visitas de mi familia. Mi vida está llena de actividades. Y aún así quiero estudiar (o leer, sin más). Son las diez de la noche (o las once o ya se inicia la madrugada). Por fin la casa duerme. Por fin el teléfono calla. Por fin el televisor se silencia. Me queda una hora de lucidez, quizás un poco más. Llegó el momento de abrir el libro y leer su texto.

Sí, su texto. Ese que dice usted haber escrito para mí. Ese que a usted le da tanto orgullo y al que le dedicó las mejores horas de su vida. Ese en el que ha vertido sus frases más excelsas, su investigación más profunda, sus reflexiones más certeras. Ese texto cargado de buenas intenciones y muchas palabras.

Los próximos quince minutos serán decisivos. ¿Qué cree usted que sucederá? ¿Me engancharé en la lectura, con frenesí y obsesión? ¿Pasaré del sopor y cansancio a un eufórico estado de alerta y voracidad lectora? ¿Desearé que la noche tenga mil y una horas más para leer otro párrafo, otra página, otro capítulo?

O…

Por el contrario, ¿caeré rendida sobre a la página, sin poder contener el sueño?

Quizás mi voluntad sea muy fuerte y no me duerma a la primera. Quizás interrumpa la lectura para prepararme un café o un chocolate. Quizás mueva las piernas de acá para allá. Quizás mire hacia la ventana o me distraiga con el sonido de un vehículo distante. Quizás sueñe con la cama caliente y quiera acompañar a quienes ya descansan, sin tener que soportar la tortura de este texto.

Sí. Tortura. De su texto.

Su texto es un medio. Para el caso, es el medio que me permitirá conectarme con su obra. Las ideas, imágenes, mundos, personajes, contenidos y conocimientos se entretejen en la obra, no en el texto. El texto es su evocación, su representación, su codificación, su paso de abstracción a sustancia: la palabra hecha carne (sonido, tinta y papel, para ser más exactos). La palabra y el texto son los instrumentos para que yo pueda recrear mi versión de la obra creada, visualizada, imaginada por usted.

Si ese medio tuvo éxito en su forma, ningún cansancio me detendrá: seré capaz de llegar hasta su obra (su mundo, su imagen, su historia), con mis virtudes y limitaciones, pero llegaré. Me puede faltar vocabulario, me puede no llamar la atención lo mismo que a usted, me puede sobrar alguna que otra reflexión, pero me sentiré inmersa en la obra que usted creó para mí. La crearé de nuevo junto a usted. En el acto de leer, reenunciaré su obra y será, durante ese acto, nuestra realidad compartida.

Pero digamos que usted, al escribir, sucumbió a la vieja trampa de la palabra no oral. Se preocupó por “escribir bonito” y confundió “bonito” y “elegante” con “entreverado y complejo”. Se dedicó a elegir palabras rimbombantes —y no se molestó en verificar su significado—. No se cuidó de las repeticiones innecesarias. Escribió oraciones larguísimas, complejas, macarrónicas y, peor aún, sintió un gran orgullo al escribirlas. Rellenó los párrafos de adverbios, muletillas y “por tantos” vacíos, así conectaran un argumento con el siguiente o tan solo un párrafo sin sentido con otro. Se sintió escritor (o escritora) gracias a esa abundancia florida de estructuras complejas que cree dominar. Alabó su ingenio y se imaginó que ni Cervantes ni Góngora podrían igualarle en su magistral técnica.

Lo que usted tal vez no sabe es que ese, su texto, es para mí algo similar a una enredadera devora-lectores. Lo sigo sin seguirlo. Leo varios párrafos solo para darme cuenta de que mi imaginación divagaba lejos, en los encuentros de la mañana o en el almuerzo de ayer. ¿Qué dijo? No sé. Me devuelvo. Ahora pienso en el fin de semana y si podré ir al cine, o a la piscina o a la playa. ¡Ah, la playa! No. Debo seguir leyendo. Tengo que intentarlo. ¿Qué dijo? Es que no entiendo. A ver, otra vez… Releo. Es inútil. No entiendo. O creo entender, pero, en mi cansancio, no me doy cuenta de cuán diferente es lo entendido de lo dicho. Debo ser yo el problema, ¿verdad? Usted, al fin y al cabo, sabe escribir y tiene una obra publicada. Yo no. Ha de ser que soy tonta, o ignorante, o estoy cansada. Sí, muy cansada. Muy cansada… Exhausta caigo y me despierto una hora después, aún en la mesa, con dolor de cuello. Me iré a dormir. No me queda más.

Ya veremos mañana si puedo leer. Si es que logro encontrar en mí la voluntad suficiente (porque ya vimos que el deseo no será) para retomar la lectura y terminar con heroico estoicismo.

Si estoy obligada a leer, terminaré a como pueda. Si no, tal vez me rehúse por unos días a deshacerme del libro, pero terminaré acomodándolo en la biblioteca o dejándolo por ahí, donde pueda perderse sin remedio.

Fin de la historia.

El texto —la palabra escrita— es en sí mismo un medio. El principal objetivo de quienes lo editan es impedir que este medio sea un estorbo entre quien lee y los contenidos a los cuales intenta llegar a través del texto.

La lecturabilidad de un texto es prioritaria en algunos tipos de publicaciones; entre ellas, en las obras escritas para enseñar o divulgar conocimiento. Cuanto más amplio sea el público que se desea alcanzar, mayores deben ser los cuidados para lograr textos claros, sencillos y comprensibles; es decir, lecturables.

Estas son algunas de las acciones clave que usted puede aplicar para mejorar la lecturabilidad de su texto, siempre con miras a su mejor comprensión por parte de quien lo lee.

  1. Prefiera los párrafos cortos, con unidad de sentido; de manera que las ideas se puedan separar bien entre ellas y ser analizadas de forma independiente durante la lectura.
  2. Escriba títulos y subtítulos adecuados para romper largos bloques de texto. Esto proporcionará anclajes mnemotécnicos para recuperar la información con mayor facilidad.
  3. Separe las las ideas por grupos manejables: agrúpelas por cercanía, pero sepárelas lo suficiente para poderlas procesar, enumerar y relacionar sin confundirlas. Ordénelas de una manera lógica y en una secuencia comprensible y natural.
  4. Construya sus párrafos con una puntuación clara y rítmica (sin incurrir en la comunicación telegráfica). Huya del exceso de oraciones subordinadas y de esos párrafos que se extienden por renglones y renglones sin encontrar un solo punto en su camino.
  5. Considere la memoria de trabajo del lector: para reconstruir el sentido de una oración, la mente debe retener los diversos fragmentos del enunciado durante un cierto tiempo, hasta poder completar la imagen o idea. La llamada “memoria de trabajo” (una memoria inmediata, para manejar información del momento) se encarga de este proceso. Puede retener unos siete bloques a la vez. Si su oración es muy compleja, tiene idea tras idea, subordinación tras subordinación y, de paso, anida ideas entre ellas, la memoria de trabajo se ve obligada a soltar fragmentos (los más viejos se sueltan antes). Reconstruir el sentido completo de la oración-párrafo-texto puede resultar imposible o se hace con un esfuerzo monumental.
  6. Si es una obra didáctica o de divulgación, desglose la información de manera visual para mejorar su memorización (listas, viñetas, cuadros, etc.).
  7. Emplee vocablos contemporáneos, conocidos y cercanos a la experiencia vital de quien leerá. Y si elige tecnicismos o palabras complejas, desconocidas y muy elegantes, asegúrese de proporcionar su significado o que este pueda deducirse del contexto, empléelas bien (verifique su significado) y úselas varias veces (mínimo cinco) para favorecer su adquisición.
  8. Elimine repeticiones, redundancias, vocablos de uso frecuente, muletillas, latiguillos, exceso de adverbios y calificativos bonitos, pero vacíos de sentido.
  9. Absténgase de reflexiones vacías que no hacen aportes reales a la argumentación ni producen pensamiento nuevo.

Y, sobretodo, deje su ego atrás y desapéguese de su texto, de su estilo y de su supuesta genialidad.

Es fácil caer en la tentación de no querer “tocar” el texto para “respetarlo” y dejarlo tal cual. “Me costó tanto escribirlo, ¿cómo voy a borrarlo?”; “Es mi estilo, si me corrige, ya no soy yo”; “Usted no entiende, yo sí entiendo; no necesita corrección”.

Su ego me sale caro a mí, como lectora. Me obliga a perder mi valioso tiempo en muchas oraciones, palabras y frases que pudieron haberse eliminado sin pena ni gloria. “Su estilo”, ese que usted tal vez defendió con vehemencia cuando alguien se lo intentó corregir, se convierte en mi cruz y me obliga a desear no haber gastado un centavo en su libro.

Respéteme como lectora y hágase un favor: no tenga miedo de tachar, reordenar, dividir, unir, sintetizar, resumir, ampliar, explicar, reexplicar… En una palabra: reescribir.

Su primera versión del texto puede haber sido el resultado de un gran esfuerzo, pero salvo que sea usted Cervantes (y que tenga el editor que este tuvo), su texto necesita mucho trabajo antes de que pueda llegar a mis manos con la transparencia suficiente para poder recrear su obra sin inconvenientes.

En síntesis, no le permita a su texto interponerse entre su obra y yo.

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Foto: Pixabay.com

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Técnicas para superar la procrastinación en la escritura

Abro la página en blanco. Me da sed. Pongo la primera página. Tocan a la puerta. Escribo una línea. Llega una notificación de Facebook. Media, una o hasta más horas después, he respondido a varias conversaciones, he leído y refeisbuqueado (¿cómo decirlo?) o retuiteado varios artículos, he respondido con “Me gusta” a diversos comentarios y publicaciones de mis amistades varias y, en fin, mientras mi vida social aparente crece, mi escritura sigue escuálida, desatendida, malhumorada con mi falta de compromiso.

Situación típica, dirán algunos. Inconfesable, dirán otras personas.

La procrastinación es uno de los males típicos de quienes nos dedicamos a escribir. Las redes sociales han incrementado las posibilidades para distraerse de forma rápida, durante horas, con actividades intrascendentes, pero no por ello es algo nuevo o reciente. La televisión, el crucigrama, las compras, limpiar o ensuciar la casa… todas eran —y siguen siendo— distracciones sintomáticas de algo más poderoso: el bloqueo.

Para superar la procrastinación, el primer paso es aceptar la situación y tomar la decisión honesta de modificar nuestros ya formados hábitos de distracción sistemática, evasión y eternas largas a nuestras actividades creativas. Desde ahí, comparto tres acciones que me han resultado de utilidad para transformar la procrastinación en productividad.

Trabajar por objetivos pequeños y realizables

La técnica Pomodoro (http://pomodorotechnique.com) consiste en dividir las tareas grandes en objetivos pequeños y puntuales (“pomodoros”) de unos 25 minutos u otro periodo a gusto y medida de la tarea, no menor de 5 minutos y no mayor de 60. Durante el “pomodoro”, nada debe realizarse salvo el objetivo fijado. Sin embargo, a veces uno se propone iniciar una tarea, se va a revisar una notificación en redes sociales y, sin darse cuenta, deja pasar 15, 20, 30 minutos.

En mi caso personal, utilizo el programa Vitamin-R para Mac y iPhone (http://www.publicspace.net/Vitamin-R/), una estupenda herramienta para trabajar por objetivos puntuales, llevar registro del estado de motivación y hasta levantar las estadísticas de productividad por día y por semana. Hay otros programas que funcionan con la técnica Pomodoro o variantes, ajustados a diversos gustos y presupuestos.

También se puede emplear un reloj de cocina común o cualquier cronómetro, lápiz y papel. No es necesario hacer grandes inversiones para emplear esta técnica.

Llevar un diario

Cuando los hábitos se han transformado en acciones automáticas realizadas “sin pensar”, es necesario sacarlas del umbral de inconsciencia y llamarlas de inmediato a nuestra atención despierta y plena. Una manera de hacerlo es crear un registro de la actividad evasora, como puede ser un diario (o cualquier otra técnica válida, según el gusto personal).

Así, cada vez que me veo haciendo una actividad distinta de aquella en la que debería sumirme, cuando logro darme cuenta de lo que estoy haciendo, detengo la procrastinación de manera inmediata y me voy a mi “Diario de procrastinación”. Ahí anoto la hora exacta, lo que estaba haciendo antes de distraerme, la distracción en sí, cuánto tiempo ha durado y cuáles son mis síntomas físicos, mis emociones y mis pensamientos en el momento.

Tras esas breves notas, es más probable que regrese a mi trabajo y abandone la distracción, por el solo hecho de “pillarme” en la acción evasora.

En retrospectiva, el diario también ayudará a medir el progreso y verificar el avance en el proceso de modificación de la conducta.

Indagar y resolver la causa de la procrastinación

La procrastinación no es un síntoma de vagancia ni es una acción voluntaria para evadir el trabajo. Por lo general, esconde una causa más profunda. Descubrirla y sacarla a la luz es el primer paso para darle solución.

Algunas causas típicas son el cansancio mental y neuronal, el desinterés por la tarea realizada, la apatía, la presión, el estrés y el autosabotaje.

El cansancio es una de las causas más fáciles de resolver. Cuando el agotamiento mental es muy fuerte, no hay manera de concentrarse. El sueño, el esparcimiento y la buena alimentación son algunas de las soluciones para regresar a una forma física adecuada para labores cognitivas complejas.

El desinterés, la apatía y el estrés son eventos emocionales relacionados con la naturaleza del texto que se escribe y sus circunstancias. Puede ocurrir que la temática sobre la que se escribe no sea tan afín a quien la está trabajando. Si, además, se siente como una obligación y una distracción de sus verdaderos intereses, la resistencia puede llegar a ser muy poderosa.

Conviene hablar sobre el tema, transformar el enfoque o el abordaje y buscar maneras de motivación eficaces para continuar con el proceso.

También puede revisarse si los contenidos en sí resultan aburridos por razones de fondo: problemas estructurales, temática irrelevante, problemas severos de comunicación y lenguaje… En tales casos, hacer un alto en el camino y replantear el texto se vuelve indispensable para avanzar.

El autosabotaje

El autosabotaje merece una mención aparte porque es una de las principales causas de la procrastinación. “Es terrible, hasta una mosca me distrae”, me decía una tesiaria en su etapa final de escritura. El acto de escribir un párrafo le parecía monumental, a pesar de todos sus esfuerzos, incluido escribir de madrugada, para huir de llamadas telefónicas, familiares y amigos.

Esto suele ocurrir cuando se le han dedicado muchos años y esfuerzos a un mismo proyecto. El inconsciente (o como se le quiera llamar) se acostumbra a ser el eterno “aspirante a escritor o escritora”, “tesiario”, “novelista en progreso”…

Finalizar la obra implica completar una transformación. Cambiar es equivalente a morir. Muchas excusas dejan de tener vigencia: “no puedo salir porque estoy haciendo la tesis”, “no puedo trabajar porque no he completado el grado”, “no puedo publicar, porque no he terminado la novela (en eterno proceso de escritura)”, “no puedo llamarme escritor porque no he publicado”, “no puedo ser feliz porque no puedo llamarme escritor”…

Esto es equivalente al proceso de transformación de la crisálida. Al gusano no le hace ninguna gracia dejar de ser gusano. Hasta tener sus alas, no comprende la pequeñez de su anterior vida rastrera.

La distracción a menudo es una de las muchas técnicas de autosabotaje de nuestro gusano interior para evitar llegar al estado de mariposa.

Darse cuenta de un posible autosabotaje contribuye de inmediato a detenerlo y a modificar las acciones, desde un nivel de conciencia más elevado, despierto.

En síntesis

Acabar con la procrastinación es pasar de la actitud de “dejarse llevar por la corriente” a “asumir el control y manejar el timón del barco”. Hay que tomar las riendas de la escritura (o la edición, o el trabajo) y llegar hasta la meta fijada. Aunque suene cliché, dejar de ser gusano sigue siendo, a pesar de todo, difícil.

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La escritura por objetivos: palabras, páginas, plazos

La escritura como actividad profesional trasciende las costumbres y actos del mero pasatiempo. Un pasatiempo se realiza cuando la inspiración llame, en el tiempo libre, sin objetivos ni plazos. La escritura profesional o, cuando menos, comprometida, tiene otros requisitos: se realiza todos los días, en un horario establecido y ha de cumplir metas concretas.

Desde luego, las metas más relevantes son las de contenidos: escribir un capítulo, un apartado, un fragmento, un cuento, una escena…

Pero también existen las metas más puntuales y muy tangibles, por palabras o páginas y por plazos, ya sea para un proyecto completo o para cada fragmento, sección o apartado.

En este blog siempre hemos promovido el uso de herramientas profesionales para la escritura. Mientras que la única estadística que Word proporciona es el conteo de palabras y páginas, Scrivener (http://www.literatureandlatte.com) ofrece una auténtica herramienta para seguimiento de objetivos, en parte diseñada para apoyar a quienes participan en NaNoWriMo (el mes nacional de escritura de novelas, http://nanowrimo.org/) y, en general, para cualquier persona que se proponga establecer hábitos profesionales de escritura de textos.

Objetivos de escritura

Scrivener tiene una herramienta denominada Objetivos del proyecto. Se sitúa en el menú Proyecto.

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Una vez activada, despliega una ventana de diálogo en la que se puede especificar una meta global para el manuscrito. Si, además, se configura una fecha de finalización, el programa ayudará a calcular la meta diaria de palabras que se requiere para completar el proyecto. Para cambiar la meta global, basta poner el cursor encima de la cifra que se desea alcanzar. En el siguiente ejemplo, se pone el cursor en donde dice “50.000” y se cambia por cualquier cifra que uno desee. En donde dice “palab…” hay unas flechas con las que se puede cambiar la medida de “palabras” a “páginas”, según se necesite.

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Para configurar la fecha, es necesario accionar el botón Opciones en esa ventana de diálogo. Aparecerá otra ventana nueva en donde se podrá especificar otros detalles, como la fecha de finalización, si se desea reiniciar la sesión a la medianoche e incluso si se permitirá escribir el día de finalización del plazo.

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De esta manera quedan configurados los objetivos del proyecto. Si se activan las notificaciones, el programa emitirá un aviso cuando se alcance la meta del día; una excelente manera de mantenerse alerta y a la espera del esperado aviso de éxito.

Además de establecer metas para el proyecto, también puede ser útil definir objetivos por documento. En tal caso, se crea un documento nuevo en el manuscrito y se busca un pequeño símbolo, similar a una espiral, situado en la esquina inferior derecha de la barra inferior del documento. Se pulsa sobre el símbolo y se despliega una ventana de diálogo en donde se puede establecer una meta para ese documento.

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La ventaja de este método es que el programa mostrará una barra de avance del manuscrito que irá pasando del color rojo al amarillo, hasta llegar al verde, cuando se haya alcanzado la meta de escritura. Este método contribuye a mantener una elevada motivación y sirve para ayudarse en momentos en que la única consigna es seguir escribiendo, o cuando se tiene un proyecto muy estructurado, con partes que han de tener una extensión similar.

Estadísticas del proyecto

Scrivener se toma muy en serio la información estadística. Por esa razón, todos los documentos muestran, en la barra inferior, la cantidad de palabras y caracteres escritos. Estos datos están siempre a la vista y no hace falta buscarlos en un recóndito menú y perder tiempo de escritura en ello. Ahora bien, para revisar las estadísticas globales del documento y el estado de avance, se consulta la herramienta Estadísticas del proyecto, en el menú Proyecto. Ahí no solo puede verse la información con distintas medidas, como caracteres, palabras y páginas, sino que es posible definir hasta la cantidad de caracteres o palabras que tiene cada página, según el conteo que se realiza y decidir cuáles documentos del proyecto se toman en cuenta para la estadística.

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Estadísticas del texto

Otra herramienta para las estadísticas es la denominada Estadísticas del texto. Aquí se despliegan las estadísticas para el texto seleccionado, ya sea un solo documento o el manuscrito íntegro. Aquí, más que la cantidad de palabras, interesa la cantidad de repeticiones por palabra. Es una excelente manera de tomar conciencia de nuestros lugares comunes y latiguillos; es una ayuda esencial durante el proceso de reescritura y corrección.

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En síntesis

El uso de estadísticas solo tiene sentido cuando se saben interpretar para aplicarlas a un propósito claro. Estas herramientas informáticas son inútiles si no van aparejadas a retos puntuales, objetivos específicos, metas concretas y a una escritura constante, de ser posible diaria y sistemática. Las aplicaciones de esta manera de concebir el acto creativo son tantas como lo quiera usted. Por ejemplo, si está escribiendo un proyecto en donde conviene tener una extensión similar en todas las secciones o apartados, el establecimiento de metas por documento será un instrumento esencial para llevar un control preciso de escritura en cada momento. Por otro lado, si se participa en un reto como NaNoWriMo, se favorecerá la herramienta global y el cálculo automático de metas por sesión diaria.

En cualquier caso, el resultado siempre será el mismo: estas son tan solo herramientas y el verdadero trabajo de escritura lo realizará usted. ¡Ánimos y a aprovechar esas cifras!

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Herramientas útiles para escribir novela

Hoy es el segundo día de NaNoWriMo (http://nanowrimo.org), el mes nacional de escritura de novelas, y vale la pena hacer un repaso de algunas herramientas útiles para la escritura profesional.

Desde luego, para poner palabras por escrito, la base será siempre la misma: bastará papel y lápiz, y si solo eso se tiene, está bien. No falta más.

Pero si ya entramos a un mundo electrónico, se dispone de muchas más herramientas para poner el pensamiento por escrito, organizar las ideas, hacer un seguimiento del progreso y hasta bloquear las distracciones. Vale la pena conocer cuáles pueden ser las más útiles para hacer el salto del garabateo en papel a verdaderos instrumentos para sostener una alta y eficiente productividad.

Este artículo reúne mis herramientas favoritas.

Programa de escritura

El primer paso es elegir un adecuado programa o plataforma de escritura que sea ágil y óptimo para la creación de proyectos largos, como una novela. Olvidémonos aquí de los procesadores de texto tradicionales.

Tras mucho probar, mi programa favorito es Scrivener (http://www.literatureandlatte.com). Corre en Macintosh, Windows y Linux (más o menos); y la versión de Mac ya está disponible en español. Es un programa de pago pero con un precio muy accesible. Hay un 20 % de descuento para los participantes de NaNoWriMo y un 50 % para los ganadores. Este es el mes ideal para poner el programa a prueba, porque se libera una versión de evaluación que caducará a mediados de diciembre en lugar de los 30 días usuales.

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Otros programas de Mac especializados en la escritura creativa son Ulysses (http://www.ulyssesapp.com), que sincroniza con Daedalus, una estupenda app para iPad y iPhone; y Storyist (http://www.storyist.com), con una excelente contraparte para iPad y iPhone.

En Windows, uno de los programas de pago favoritos es Liquid Story Binder (http://www.blackobelisksoftware.com), en este momento con 50 % de descuento con ocasión del NaNoWriMo.

Otras opciones gratuitas son yWriter (http://www.spacejock.com/yWriter5.html), para Windows, y Lit Lift (http://www.litlift.com), una aplicación web para la escritura creativa.

Para combatir el bloqueo de escritura (y participar en las guerras de palabras), el mejor instrumento es Write or Die (http://writeordie.com), en cualquiera de sus versiones: aplicación web gratuita, aplicación para Mac, Windows o Linux y app para iOS. Este programa obliga a escribir contrarreloj, con la amenaza de aplicar algún castigo si se detiene el flujo de palabras, como alertas o el más drástico borrado en reversa.

Lluvia de ideas

Los procesos creativos de cada persona son distintos, pero a menudo surgen ideas por aquí y por allá que urge recopilar de alguna manera: fichas, anotaciones, esquemas a mano alzada… Desde luego, nada impide hacerlo en papel y tener un cuaderno de notas siempre listo para recopilar esas ideas fugaces que se aparecen en el momento menos esperado.

Ahora bien, si se quieren herramientas digitales para hacerlo, lo mejor es acudir a los programas para elaboración de mapas mentales. Cuán estructurados o libres sean dependerá del tipo de proceso creativo que realiza cada persona.

Los creadores de Scrivener han diseñado un programa para este proceso, Scapple (http://www.literatureandlatte.com/scapple.php), muy libre y poco estructurado que permite reproducir la experiencia de poner texto por aquí y por allá en una hoja de papel. Se plantea como un programa específico para la escritura creativa y a un precio razonable ($15), con 20 % para participantes de NaNoWriMo. El programa corre en Mac y Windows.

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Hay gran cantidad de programas genéricos para hacer mapas mentales, desde los gratuitos, como el FreeMind (http://freemind.sourceforge.net/wiki/index.php/Main_Page), hasta algunos programas que sobrepasan los $150. No recomendaré ninguno en particular, porque aquí la selección dependerá por entero de cómo trabaje la mente de cada quien.

Planeamiento de obra

Una obra puede adquirir forma mucho antes de iniciarse la escritura. Para quienes tienen la capacidad y la necesidad de planificar, elaborar una lista con viñetas no es suficiente. Se necesita una herramienta que permita ciertas cosas, como establecer jerarquías, elaborar una descripción para cada ítem y, si se puede, hacer un seguimiento de tareas. Scrivener tiene la modalidad de outline o bosquejo, pero solamente se pueden ver los documentos ya creados; no es tan funcional para planificar con antelación.

Tras muchas pruebas, mi programa favorito no es el más barato y solo corre en Mac y el iOS (por eso, me disculpo): OmniOutliner (http://www.omnigroup.com/omnioutliner/). La app de iOS, si se quiere, es hasta más atractiva que la de Mac.

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Otros programas que pueden utilizarse para elaborar esquemas y planificar obras (aunque no son tan especializados y tienen también otros usos) son el Circus Ponies Notebook (http://www.circusponies.com), para Mac y iOS; el OneNote (http://office.microsoft.com/es-hn/onenote-help/novedades-de-microsoft-onenote-2013-HA102749260.aspx), que forma parte del paquete de Microsoft Office, y el Evernote (http://evernote.com/), que es gratuito y puede utilizarse desde su aplicación web, sus versiones de Mac y Windows y sus apps para dispositivos móviles. Estos tres programas se parecen mucho en sus funciones —aunque difieren en sus interfaces y particularidades—. También tienen otra gran cantidad de funciones compatibles con la escritura creativa, el planeamiento y el seguimiento: llevar diarios, registrar el progreso, elaborar listas de pendientes, recopilar cierta información relevante y tomar notas generales. Muy recomendados los tres.

Líneas de tiempo

En una obra ficcional compleja, en donde existe una clara sucesión de eventos, con uno o varios arcos de historia y múltiples personajes, la línea de tiempo es una herramienta de gran utilidad. Aquí, el único programa que vale la pena mencionar es Aeon Timeline (http://www.scribblecode.com), diseñado para cumplir las necesidades creativas de una novela. Contempla el seguimiento de arcos de historia, líneas específicas por personaje y hasta calendarios personalizados. Los datos pueden sincronizarse con Scrivener para una experiencia más completa de ambos programas. Corre en Mac y Windows. Se puede adquirir en este momento con un 20 % de descuento, desde un vínculo en los foros de NaNoWriMo y los ganadores tendrán un 40 % de descuento.

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Concentración y productividad

Por último, para quienes sean amigos del uso de herramientas de autorregulación, puede ser útil tener a mano algún programa para obligarse a trabajar y bloquear cualquier otra distracción. En este sentido, nada le gana a Vitamin-R (http://www.publicspace.net/Vitamin-R/), que se puede combinar con Concentrate (http://www.getconcentrating.com), para bloquear, por ejemplo, Facebook y Twitter. Ambos son programas de pago y exclusivos de Mac.

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Una alternativa gratuita es emplear la técnica Pomodoro (http://pomodorotechnique.com) con un reloj de cocina o hasta un cronómetro de mano. Basta fijar sesiones de escritura de 30 minutos y sentarse a cumplirlas, sin atender ninguna otra tarea o distracción. Si alguien llama a la puerta, se le pide que vuelva al terminar el “pomodoro”. Se toman descansos de cinco minutos y se va al siguiente “pomodoro” o segmento temporal. Es muy útil para aprovechar el tiempo en estas épocas de distracciones.

Estos programas se pueden complementar con apps de ruido blanco (incluido en Vitamin-R) y de frecuencias binaurales para estimular la corteza cerebral y los procesos mentales. Hay algunas apps muy buenas para iOS que cumplen esta función. Las secuencias están diseñadas para estimular el pensamiento creativo, la concentración, la solución de problemas, la inspiración y, en general, procesos mentales de todo tipo, según el interés del usuario. Mis favoritas son las de Banzai Labs (http://www.banzailabs.com/brainwaveapps.html).

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En síntesis

Ninguna de estas aplicaciones es indispensable para escribir, no realmente. Para escribir solo hace falta… ¡escribir! Pero una vez que uno se familiariza con ellas y las incorpora en su flujo de trabajo, estas herramientas facilitan la vida y proporcionan un excelente marco para una experiencia creativa más profesional y completa. Se convierten en pequeñas claves del éxito y trucos que vale la pena compartir.

Y ahora, no más procrastinación. ¡A escribir!

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Cómo participar en NaNoWriMo

A raíz del artículo del día de ayer sobre NaNoWriMo, el mes nacional de escritura de novela, nos preguntan en el blog cómo participar. Para quienes todavía no conocen la dinámica, estas son las reglas básicas.

El evento es libre, voluntario y gratuito. El verdadero acontecimiento es que una persona dedique su tiempo a escribir esa historia tanto tiempo escondida en sus deseos, en sus sueños o en sus intenciones. Pero, para lograr esta meta, tener algo de presión y crear un buen ritmo y hábito de escritura, la idea de NaNoWriMo es hacer esto de forma sincronizada con otras personas, con un objetivo definido (50 000 palabras) y una fecha de finalización (30 de noviembre).

El plazo en sí mismo es un gran incentivo para ponerse a trabajar. El apoyo puede obtenerse de dos maneras: a la distancia, con otras personas propuestas a alcanzar la misma meta, sin importar el país o la región del mundo (o hasta la lengua) o incluso con alguien cercano, quizás formando grupos locales para hacer sesiones colectivas de escritura. En inglés los llaman write-ins y son reuniones de “nanos”.

Para lograr esta sincronización, The Office of Light and Letters, el grupo que organiza NaNoWriMo ha montado un sitio web (www.nanowrimo.org) en donde cada participante crea un perfil con el que puede participar en los foros y llevar el registro de su avance de escritura. En la última semana de noviembre se desbloquea la función para validar la novela. Se copia la novela completa en el “validador” que certifica las cincuenta mil palabras necesarias para declarar a los ganadores. No queda copia de la novela en ningún lugar del servidor y, si aún así queda desconfianza, el mismo sitio web ofrece instrucciones para alterar el texto y volverlo ilegible, sin alterar el conteo de palabras.

La sincronización del evento es grupal, pero la escritura es personal. Cada quien escribe en la lengua de su preferencia. Hay foros generales y foros regionales. Los foros de España y Latinoamérica están en español y ahí es posible compartir con otras personas que escriben en esta lengua.

¿Y si alguien no quiere escribir novela? En tal caso, se declara “rebelde” y escribe lo que quiera, con tal de alcanzar la meta de 50 000 palabras en 30 días.

Entre los eventos grupales que se dan en los foros se encuentra toda clase de dinámicas textuales: retos de escritura, juegos de palabras, creación de personajes, diseños de cubiertas, historias huérfanas, guerras de cantidad de palabras escritas…

En los foros también se encuentra una zona para los patrocinadores del evento. Algunas empresas ofrecen regalías o descuentos de algún tipo en sus servicios. Por ejemplo, Amazon aprovecha para promover su sitio de autopublicación CreateSpace; Lulu.com tiene este año algunas ofertas especiales para los “nanos” y los desarrolladores de programas como Scrivener, Storyist y Aeon Timeline (todos programas para la escritura creativa) ofrecen un cupón de 50 % de descuento sobre el precio de venta final para quienes ganen el NaNoWriMo (para lo cual es imprescindible validar la novela antes del 30 de noviembre).

En términos generales, este es un resumen básico de lo que se necesita para participar en NaNoWriMo, aparte de las ganas y la fuerza de voluntad para hacer un espacio en la agenda cotidiana dedicado por entero a la palabra escrita. Si usted quiere participar y tiene más preguntas, siéntase en libertad de hacerlas y, con todo gusto, haremos lo posible por responderlas.

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