Quizás muchos años en el futuro, miraremos hacia atrás y reconoceremos el 13 de marzo como una de las fechas cruciales en que el libro de papel comenzó a morir. Sí, vemos la caída de librerías, grandes y pequeñas; ya vimos la expansión de la edición digital. Pero que el mundo reciba la noticia de que la Enciclopedia Británica dejará de imprimirse después de 244 años es motivo suficiente para sospechar que algo ha cambiado sin marcha atrás.
La noticia llega como una lágrima en tiempos de guerra. Si un consorcio tan antiguo y consolidado es incapaz de vender toda su edición y de seguirla sosteniendo, ¿qué les espera a las editoriales más pequeñas? El temor por la desaparición del libro de papel ya no parecer una predicción: se convierte en una realidad cotidiana cada vez más tangible. Libros más caros, con menos compradores y menos puntos de venta. Con esta noticia, cualquier ejemplar impreso de la enciclopedia pasará a tener un valor cada vez más alto, hasta alcanzar la extravagancia.
Borges, amante de los tomos de la Británica, solía bucear entre sus páginas e inventar referencias y volúmenes; como ocurre en uno de los cuentos de sus Ficciones (1956), “Tlön, Uqbar, Urbis, Tertius”, que se inicia con “The Anglo-American Cyclopaedia (Nueva York, 1917), una reimpresión literal, pero también morosa, de la Encyclopaedia Britannica de 1902”. A las páginas de esa reimpresión dudosa de la Británica, en un tomo alterado, nos dice, le debe ni más ni menos que el hallazgo de Uqbar, objeto del cuento. Ni una ni otro existieron jamás fuera de sus ficciones; pero la sola mención de la Británica le daba un aire de erudición, autenticidad y prestigio a la referencia.
Ahora la Británica se puede consultar como un programa instalado en la computadora, desde su plataforma en línea o desde su app para iPad y iPhone. Desde una óptica borgesiana, quizás la Anglo-American Cyclopaedia se llamaría Wikipedia.
Una de mis secciones favoritas en la Británica moderna, digital, es el calendario de los eventos del mundo el día de hoy. ¿Qué sucedió en el mundo el 13 de marzo? La misma Británica responde: en 1781 el astrónomo William Herschell descubrió el planeta Urano; en 1765 nació un emperador, José II de Austria, y en 1881 murió el zar Aleandro II de Rusia. Cumpleaños de reyes, papas, estadistas, filósofos y escritores, como el filólogo español Ramón Menéndez Pidal, la edición del próximo año haría bien en añadir: “anuncio de la muerte de la Enciclopedia Británica en papel”.
Los editores de la Británica deciden no resistirse más: con cuatro mil ejemplares de la edición del 2010 todavía en bodega, con una Wikipedia cada vez más extensa y más autoritaria, con una sociedad en donde la Británica carece de las funciones sociales de antaño —como dar prestigio a un hogar de clase emergente—, ya no pueden seguirse enfocando los recursos hacia el libro en papel. Se detienen las prensas, se reparte o jubila al personal, se concentran los esfuerzos en buscar la información con los dedos en instrumentos de luz y electrones, no de fibra y tinta.
La Británica en papel ha muerto. Viva la Británica digital.