Archivo mensual: agosto 2011

¿Cuándo escribir?

En un artículo anterior veíamos las razones por las que relegar la escritura al fin de semana lleva a un fracaso estrepitoso cuando de acabar una obra completa se trata. “¿Cuándo escribir entonces?” es la pregunta elevada en ese artículo. La respuesta es evidente y un secreto viejo entre bardos, poetas y profesionales de la escritura de todas las épocas: hay que hacerle un lugar en el trajín diario. Mejor aún, hacerle varios lugares a varias horas del día: antes de salir para el trabajo; a la hora de almuerzo; a la salida; quizás por la noche, antes de perder por completo la lucidez y sucumbir al sueño…

Cuando una actividad se suspende por un periodo prolongado, el esfuerzo para retomarla obliga a realizar un diagnóstico inicial, recordar en dónde se había interrumpido, hacer un catálogo de tareas realizadas y pendientes y, por fin, elegir alguna para implementar durante la actual sesión de trabajo.

Cuanto mayor sea el intervalo de interrupción del proyecto (horas, días, semanas, meses, años), mayor será el esfuerzo necesario para retomar las labores. En otras palabras, si disponíamos solamente de dos horas, una vez por semana, cuando por fin recordamos por dónde íbamos ya se acabó el tiempo disponible o el embotamiento nos impide continuar. Si eran seis, una tercera parte se pierde en estos preámbulos.

Si nuestras horas más lúcidas debemos entregarlas a un patrono externo, cada minuto libre del día es un tesoro. Más nos vale aprovecharlo al máximo y no desperdiciarlo en esfuerzos inútiles.

¿Cuál es la mejor solución para este problema? No interrumpir nunca. Al mantener una conexión diaria con nuestro proyecto de escritura, cada día es más fácil retomar las labores del día anterior.

Escribir diariamente tiene otros beneficios. Cuando uno encuentra un tema en donde experimenta bloqueo o siente que algo no está bien, puede seguirlo elaborando durante el resto del día, incluso durante el sueño, y levantarse al día siguiente con la solución en la punta de los dedos. Se emplean todos los recursos, tanto los conscientes como los inconscientes: aunque estemos realizando otras actividades, nuestra mente se queda ahí, dando vueltas y tratando de resolver el problema.

Por lo tanto, para escribir una obra completa, un libro o una tesis, la clave es diseñar e implementar una rutina cotidiana en donde se obtenga, en conjunto, un tiempo real de escritura de una a dos horas diarias reales, tomando en cuenta los preámbulos necesarios, el tiempo de “calentamiento” y el estado de cansancio en que nos encontramos en diferentes momentos del ciclo mensual.

La escritura debe lograr insertarse en uno o varios horarios fijos, repetidos hasta el infinito, sin fecha de inicio ni final. Debe llegar a ser una actividad tan propia de nosotros, que se confunda con las necesidades básicas, como la hora del desayuno o el sueño. Es el tipo de acción reiterada que solo se verá interrumpida por razones extraordinarias, como una enfermedad, un viaje o un descanso voluntario.

El resto del día, cuando no se está “escribiendo” hay que seguir pensando, observando, leyendo, comentando, tomando notas, acumulando ideas… Hay que dirigir la energía personal hacia ese objetivo que tenemos por delante.

¿Cómo hacer este cambio? Con una mezcla de voluntad, disciplina, apoyo de la familia y amistades, un cierto número de ajustes en el entorno inmediato y la optimización de las herramientas empleadas para la escritura.

En los próximos artículos hablaremos de consejos prácticos para modificar la rutina y los recursos de los que nos podemos servir para obtener el máximo provecho de nuestros escasos y preciados minutos libres del día.

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¿Por qué la escritura de “fines de semana” no sirve?

Es muy fácil caer en la ilusión de que un año es tiempo suficiente para escribir un libro. Y quizás lo sea, si usted es un profesional de la escritura, conoce bien su oficio, sabe cómo estructurar una obra, tiene entrenamiento y dedica ocho horas diarias a escribir. ¿Cumple usted esas condiciones?

Lo más frecuente es lo opuesto: esta es su primera o segunda obra, jamás ha recibido entrenamiento de escritura (créame, las clases de español de la escuela no son suficientes), tiene un trabajo diurno o estudia tiempo completo y piensa escribir durante los fines de semana.

Si esa es su situación, permítame desengañarle de una vez: su libro jamás verá la luz a menos que usted realice cambios radicales en su rutina diaria.

El fin de semana es un tiempo para descansar. Y así debe ser. Pretender escribir un sábado, desde primera hora de la mañana, hasta caer la noche, luego de una semana agotadora es simplemente un bien montado autoengaño.

A la legítima necesidad física de reposo, hay que añadirle las muchas actividades que la sociedad nos impone en el tiempo supuestamente “libre”. ¿Cuántas horas “libres” reales quedan para escribir? ¿Cuatro? ¿Dos? ¿Una?

Ahora responda seriamente: ¿dos horas semanales son suficientes para escribir un libro en un año?

Por si acaso tenía la tentación de creer que bajo esas condiciones un año es suficiente, le diré la verdad: no.

Supongamos que usted está haciendo una obra de 100 páginas (no páginas publicadas sino cuartillas), esto es, unas 350 palabras por página. Y tiene 365 días para presentar la obra terminada y que esté lista para publicarse o defenderse (en el caso de una tesis). Por lo tanto, si escribe una página diaria, al cabo de cien días tendrá un borrador. Esto es unos tres meses y medio.

¿Cuánto tiempo toma escribir 350 palabras? A mí, esta mañana, me ha tomado ya hora y media y no he terminado (me falta revisar, borrar, descartar). Con la ventaja adicional de que este artículo no continúa un tema anterior y, por lo tanto, no tengo que hacer un esfuerzo para recordar “dónde quedé” en mi razonamiento del día previo.

Si bien cada día es distinto y cada escritor tiene su propio talento, hagamos un cálculo con esta proyección: 350 palabras, dos horas, una vez por semana (sábado o domingo), para un libro de 100 páginas. ¿Tiempo estimado para el primer borrador, sin reescritura ni edición? Unos cien fines de semana; es decir, más o menos dos años. Y esto partiendo del hecho de que esas dos horas en efecto logró usarlas para escribir. Es decir, no tuvo pereza, no le dio sueño, no se puso a jugar, no pasó las dos horas completas revisando su Facebook, no experimentó “bloqueo”, no le dedicó más horas de las necesarias a resolver un tema complejo, no tuvo que investigar nada.

Otra dosis de realidad: una obra de 100 páginas es apenas una tesis pequeña o un libro corto. Una tesis doctoral puede llegar a tener entre 200 y 400 páginas; una obra académica didáctica puede tener, como mínimo, unas 250 páginas publicadas y no faltan las obras de 800 a 1000 páginas.

En otras palabras, si usted en verdad quiere ver su obra terminada algún día, deberá cambiar la estrategia y dejar el fin de semana para lo que mejor sirve: descansar. ¿Y cuándo escribe entonces? Eso es tema para otro artículo.

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Scrivener Windows: beta 029

Según nuestra costumbre en este blog, anunciamos la existencia de una nueva versión beta de Scrivener para Windows. La versión anterior fue la 026. Dicen los desarrolladores que hubo unas cuantas versiones silenciosas, únicamente distribuidas entre el grupo interno de colaboradores.

La versión 029 corrige gran cantidad de errores y se va acercando, se espera, a la golden master o versión lista para su distribución comercial. La versión para Linux estará lista en los próximos días.

Se puede descargar en la siguiente dirección: http://www.literatureandlatte.com/scrivenerforwindows/

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Apps para escribir profesionalmente en el iPad

El iPad puede llegar tan lejos como sus aplicaciones. Y ya hay más de cien mil aplicaciones solo para iPad (sin contar las diseñadas para iPhone) y todos los días aparece alguna capaz de llevar este aparato un paso más lejos. ¿Cómo encontrar las mejores dentro de esta oferta tan vasta?

En un artículo anterior, había hecho una somera lista de aplicaciones para la escritura y la investigación. Entre otras, vale recordar el MacJournal y el Circus Ponies Notebooks, ambas excelentes para llevar diarios y, en el caso de Circus Ponies, tomar apuntes y grabaciones de clases, reuniones o planeamiento y administración de proyectos.

A esta lista conviene añadirle algunos programas nuevos o de funciones específicas para escribir profesionalmente en el iPad.

Storyist

Esta app se publicó hace apenas unos días, el 4 de agosto, pero ya está a la vanguardia de las aplicaciones para escribir en el iPad. La primera de sus novedades es un editor RTF integrado. Gracias a esto, se pueden aplicar estilos, negritas, cursivas y listas numeradas al texto. Además, es posible incluir encabezados y pies de página.

Cuando se emplea bien la herramienta de estilos, el Storyist genera automáticamente un esquema del texto (outline) que se puede emplear para administrar la obra.

Pero su función más atractiva es la vista en tarjetas: cada título o sección se muestra como una tarjeta, a la que se le puede añadir una descripción. Cuando se cambian las tarjetas de lugar, también el texto cambia de lugar.

La aplicación se sincroniza a la perfección con la versión para Mac de este programa a través de Dropbox.

El Storyist para Mac es, desde hace unos años, una de las aplicaciones profesionales para la escritura, enfocado a la creación de novelas y guiones. Incluye plantillas de personajes, locaciones y control del arco de la historia. Las plantillas pueden modificarse y personalizarse a voluntad.

Limitaciones de la versión de iPad: se pueden aplicar estilos, pero no crearlos; se puede añadir información a las plantillas, pero no modificar su estructura. Para ambas funciones, se requiere de la versión de Mac.

OmniOutliner

Esta no es una aplicación para escribir dentro de ella, sino para organizar, estructurar y administrar un escrito. Su equivalente en Mac es una de las herramientas preferidas por los escritores profesionales, aun cuando haya otras más sencillas, atractivas o baratas.

La versión de OmniOutliner para iPad es, si se quiere, más atractiva que la de Mac y tiene algunas funciones muy poderosas: estilos de texto, numeración automática completa y compleja (estilos anidados), filas y columnas, notas, colores distintos para las celdas, casillas de verificación, fechas, vínculos y adjuntos (como imágenes).

Es un programa poderoso y su versión móvil es imprescindible para la escritura profesional. Es fácil de usar, reconoce los documentos realizados en la versión para Mac y es tan completo que se puede usar de forma independiente.

Notebooks

Utilizo esta aplicación principalmente porque puedo sincronizarla con Scrivener para Mac, a través de Dropbox. Me permite hacer lo mínimo: ver todo lo que tengo escrito en un proyecto y añadirle documentos nuevos, notas o ideas. Es un reemplazo del cuaderno de notas que todo escritor anda siempre consigo.

Adicionalmente, Notebooks tiene algunas ventajas para la escritura: conteo de palabras o caracteres (según lo defina el usuario), un zoom muy versátil (con el gesto de “pellizco”) y una página similar a un cuaderno.

Limitaciones: las funciones de formato de texto solo pueden aplicarse en formato HTML (y, por lo tanto, ya no se puede sincronizar con Scrivener, que solo admite los documentos formato .txt). No se puede “administrar” un proyecto: cambiar documentos de lugar, organizar jerárquicamente, añadir metadatos a cada documento…

iA Writer

El encanto de esta app está en su entorno minimalista: un estilo tipográfico muy descansado para la vista y un entorno especialmente diseñado para escribir sin distracciones. El iA Writer tiene conteo de palabras y caracteres, y conforme uno avanza, le va indicando no solo cuántas palabras lleva, sino el tiempo que una persona tardaría leyendo ese texto.

Limitaciones: solo trabaja en formato texto, por lo que no se pueden añadir características de formato (cursivas, negritas, etc.). Tiene sincronización con Dropbox, pero no puede sincronizarse con ninguna aplicación de escritorio para Mac, excepto con su aplicación gemela para OSX.

iThoughts

Esta es una app para hacer mapas mentales. La incluyo en esta lista porque es un recurso excelente para ayudar a organizar la escritura. Aunque ya existen muchas apps para la misma función, por lo que he probado hasta ahora, iThoughts es mi favorita: esquemas atractivos y coloridos, fácil de usar, se pueden añadir comentarios, relaciones entre los elementos y fotografías… Otra de sus ventajas es la exportación en diversos formatos, incluyendo PDF, y el respaldo a Dropbox.

Pages

La versión de Pages para iOS sigue siendo el mejor procesador de texto y cumple, para todos los efectos, todas las funciones básicas de Pages o Word. Carece de herramienta de comentarios y seguimiento de cambios. Sí tiene paleta de estilos, negritas y cursivas, tablas… No obstante, como cualquier procesador de texto, no es la mejor herramienta para escribir proyectos largos y complejos.

En síntesis

Cada uno de los programas aquí mencionados tiene una función y se adapta a una forma de escritura. Algunas personas, como yo, los podemos usar todos en momentos y contextos distintos.

Por ejemplo, estoy usando el Storyist con un proyecto largo, complejo y muy estructurado, ya avanzado, en donde además necesito todas las herramientas de formato de texto a las que pueda echar mano.

El Notebooks, en cambio, lo tengo asociado a una obra caótica, en pleno proceso creativo, desde donde he escrito piezas de un rompecabezas que yo apenas comienzo a comprender.

El iWriter me sirve para esos escritos inconexos, notas del momento, un poema suelto o el inicio de un cuento, algo que podría llegar a ser un proyecto…

El Circus Ponies Notebook es perfecto para manejar el planeamiento, el diario de la obra, fragmentos de ideas o datos interesantes. Además, es imprescindible en una vida cotidiana que esté llena de reuniones, conferencias, clases…

El MacJournal es donde tomo apuntes para mis blogs, pensamientos muy míos, escritura personal y ajena a todo proyecto profesional, conato de novela u obra académica.

Y, desde luego, el Pages, el OmniOutliner y el iThoughts son herramientas paralelas, ayudas de la escritura, instrumentos para darle forma a lo sin forma; o para darle un seguimiento efectivo a las obras largas y complejas.

Si usted tiene interés en crear un flujo de trabajo profesional en el iPad, para esas horas del día en que está lejos de su computadora, le recomiendo que explore, analice sus opciones y arme su propio paquete de programas para escritura profesional.

 

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¿Puede el iPad desplazar la computadora portátil?

Esta es una de las grandes preguntas del momento. Quienes no lo han utilizado, lo ven como un iPhone grande o como un lujo bueno para… ¿qué? Así, cuando me ven absorta en mi iPad, ya sea en algún juego o con alguna app “de verdad” siempre surge la pregunta: ¿qué se puede hacer con esto?

De mi parte, soy muy honesta: se puede hacer mucho, pero tiene sus limitaciones con respecto a una computadora. Y es verdad: las tiene. ¿Cuáles? Hay que verlas caso por caso. Puedo hacer casi de todo, en esencia, pero algunas tareas han requerido de toda mi creatividad y de encontrar la “app” correcta. Esto, en parte, se debe a la inamadurez de las aplicaciones y del iOS, todavía en pleno proceso de gestación.

Pero esto no se lo explico a la gente en la calle, me lo callo. Nada más respondo con una verdad que, sin su contexto, es una verdad a medias. Inmediatamente recibo una mueca de desencanto y la siguiente pregunta es casi siempre la misma: “Pero ¿se puede navegar en Internet y ver el correo electrónico?”. La paz vuelve cuando respondo que sí. No solo se puede: es, si se quiere, más cómodo y agradable que hacerlo desde una computadora, por la ergonomía del aparato y su cercanía, en la posición de lectura, al periódico, la revista y el libro.

¿Por qué el desencanto y por qué la ilusión? ¿Qué quiere la gente? ¿Qué piensan que es el iPad? ¿Por qué lo preferirían a una computadora?

Y es que, especulo, muchas personas no necesitan ni quieren una computadora y todas las complejas funciones que sus sistemas operativos y costosos programas permiten realizar.

Por ahora, utilizo el iPad como un excelente complemento de la computadora, no como un reemplazo. Es más, algunas tareas son una delicia en el iPad; mientras que son dolorosas o imposibles en las computadoras. Pienso, específicamente, en la lectura en cualquiera de sus formas: noticias, artículos, páginas web, libros… Muchos materiales digitales habían esperado, saltando de un disco duro a otro, hasta que yo encontrara la solución ergonómicamente más viable para leerlos. Ni siquiera mi MacBook Pro logró obligarme a leer en pantalla. Ahora, con el iPad, me he pescado en un constante vaivén: cuando encuentro algo que quiero leer, instantáneamente busco la manera de desplazarlo desde la computadora hasta el iPad.

Especialmente atractivas son las posibilidades de tomar un archivo PDF y subrayarlo, comentarlo y marcarlo como si fuese una página de papel: con anotaciones a mano, círculos, dibujos… No. En la computadora no se puede. Punto.

Para que un objeto “desplace” a otro, se necesita que ambos traten de ocupar la misma posición en el espacio. ¿Tuvieron las computadoras ese lugar en primer lugar? Mi respuesta, especulativa y personal, es “no”. El iPad –y ojo, no estoy diciendo cualquier tableta o lector dedicado, como el Kindle– está llegando a un público que, de todas maneras, había descartado la computadora como una posibilidad: no la querían, no la necesitaban, no la podían pagar o, simplemente, no se creían capaces de aprenderla a usar.

La computadora se mantiene como un objeto de lujo, elitista, amenazante, como ha sido siempre, mientras el iPad ha sido adoptado por la cultura de masas: lo rifan en el supermercado y en las estaciones de servicio, se ha convertido en el nombre por excelencia de cualquier aparato similar y se ha convertido en el objeto tecnológico más deseado, después del teléfono inteligente.

¿Desplazará a la computadora portátil? Mientras el iPad no cumpla funciones realmente profesionales, no. Pero es un objeto que ha llegado para cumplir muchas funciones que una computadora portátil es incapaz de llenar.

Nota: para saber y demostrar hasta dónde puedo ir desplazando mi computadora con mi iPad, este ha sido el primer artículo de Nisaba escrito por completo y publicado desde el iPad. Esos son los pequeños retos que nos demuestran hasta dónde puede llegar la nueva tecnología.

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