El trabajo por objetivos es una de las mejores estrategias para lograr que cualquier meta, no solo la escritura, se cumpla. Pero las metas o los objetivos muy grandes pueden llegar a ser abrumadores y la sensación de éxito tardará mucho en llegar. Se puede tener el objetivo de escribir una novela de fantasía o una obra académica de divulgación; la meta es hacerlo en un año. Pero ¿cómo lidio con este gran objetivo en el día a día de la escritura?
Supongamos que he logrado apartar para la escritura dos horas diarias de un complejo y atareado horario laboral. Cuando me siento a escribir, no basta con decir: “hoy (y ayer, y mañana, y la próxima semana) voy a escribir una novela”.
Necesito fijarme tareas mucho más pequeñas, fáciles de completar durante ese periodo de dos horas: escribir solamente una escena, un fragmento de un capítulo, un apartado. En un blog, dos horas dan para un artículo o para iniciar un artículo (cuando este requiere investigación o verificación de datos).
Este objetivo, mucho más manejable, todavía puede dividirse en fragmentos menores, de manera que en ese periodo de dos horas podamos manejar tres, cuatro o cuantos objetivos específicos necesitemos.
Doy un ejemplo real, tomando como referencia mi rutina para mis publicaciones en Nisaba.
Objetivo general:
Publicar un artículo en el blog Nisaba. Este objetivo es muy general y vago, pero es la motivación básica, el motor diario para salir de la cama y escribir, aun cuando uno todavía no sepa bien sobre qué.
Objetivos específicos, porciones de tiempo y tareas específicas:
- Elegir un tema: 15-30 minutos. Tareas: revisar mis listas de artículos pendientes, buscar en el repositorio de artículos inconclusos, recuperar ideas de artículos.
- Escribir el artículo sobre el tema elegido: 30-60 minutos (para empezar). Tareas: iniciar la redacción, investigar sobre el tema, corroborar afirmaciones, confrontar textos, escribir y reescribir propiamente…
- Publicar el artículo: 15-30 minutos. Tareas: revisar, editar, insertar hipervínculos, publicar, corregir, detectar erratas, editar el formato, insertar imágenes, asignar palabras clave, comprobar que se visualiza bien en el blog…
Para acompañar este proceso y tener avisos continuos sobre el tiempo disponible, empleo el Vitamin-R, ya comentado en otro artículo de este blog. También sirve cualquier cronómetro basado en la técnica Pomodoro (de la que hablaremos en otra oportunidad) o un simple reloj de cocina, para quienes todavía prefieran escribir a mano. Si el tiempo se acaba y el objetivo no ha sido cumplido, se puede extender cuantas veces sea necesario.
Al cabo de dos horas, a veces más, a veces menos, tengo un artículo nuevo en Nisaba, experimento una embriagadora sensación de triunfo y puedo garantizar que mi tiempo ha sido bien aprovechado. Mi motivación está en su pico más elevado y me sostiene durante unas cuantas horas, hasta llegar a la próxima sesión de escritura.
Si no lo ha hecho nunca, haga la prueba. No espere a que llegue la inspiración: oblíguela a aparecerse y coseche éxitos diarios. Así mantendrá alta su motivación y sobrevivirá durante esas semanas, meses o años que tiene por delante en su proyecto.